De perdidos al lodo

21 Noviembre. 7.30 am. Santa Marta.
De perdidos al lodo.

Hace un calor tremendo, pero es que el aire acondicionado hace muchísimo ruido y era imposible dormir con él encendido.

Salimos de la habitación y pedimos el desayuno en el patio. Ayer miramos los pronósticos y pintaban muy mal, sólo lluvia, pero la realidad es que hace un solazo espectacular, así que es un día perfecto para ir al Tayrona.

Nos subimos a un taxi y nos lleva a una buseta que en hora y media nos dejará en el parque. 
No tenemos nada cogido para alojarnos, hemos estado mirando esta mañana y la cosa era bastante escasa, así que hemos decidido improvisar.

Nada más llegar ya se nos acercan para explicarnos cuál es la rutina del parque.
El Parque Natural del Tayrona es de grandes  dimensiones (no era consciente de que fuera así de grande), 15mil hectáreas de las cuales 12mil son terrestres y 3mil marinas,  así que visitarlo todo es prácticamente imposible.
La temperatura promedio del parque son 27 grados durante todo el año, así que nos mentalizamos de que calor pasaremos.

Acabamos contratando, a la aventura, alojamiento en una hamaca en el camping Don Pedro situado en la zona de Arrecifes. Para llegar hasta allí nos advierten que es dificultoso hacerlo con maletas, así que las dejamos en un locker de la entrada y nos guardamos lo esencial para pasar una noche en la mochila pequeña.
Al entrar al parque una buseta te lleva unos 5km hasta un cruce donde tienes dos alternativas: o seguir el camino peatonal durante 2 horas, o bien llegar en 35-40 minutos a caballo, así que escogemos la segunda opción (ya lo contratamos junto con el alojamiento en la entrada).


Sultán y yo nos llevamos bien desde el principio, mucho más dócil que Abejón. Empezamos el recorrido animados hasta que nos vamos dando cuenta de la realidad del parque. El camino está completamente lleno de lodo, ha llovido bastante estos días y está bastante dificultoso. 
Hasta llegar al camping tenemos que pasar por sitios donde el lodo casi alcanza la barriga de los caballos, por subidas estrechas llenas de piedras y lodo donde si se tuviera que andar por allí o bien vas preparado con un calzado adecuado (que no es el caso) o bien el camino se puede hacer eterno. Realmente hay zonas en las que estoy bastante asustada, nada que ver con el paseo a caballo de Villa de Leyva, esto ya es otro nivel. Tras unos 40 minutos llegamos al camping con todas las piernas embarradas.


Hay que decir que el camping tiene mucho encanto, en medio de una selva totalmente natural, llena de palmeras y vegetación que te dan la vida. Nos reciben con mucha amabilidad, Jáder nos explica el funcionamiento del camping y nos indica la zona de hamacas para que escojamos la que queramos. 

Descargamos, nos ponemos bañador y chanclas y el objetivo es llevar hasta la playa La Piscina. Cogemos el sendero que lleva hasta ella y al principio bien, pero a medida que nos vamos adentrando en la selva el lodo empieza a tomar protagonismo cada vez con más cantidad. Vamos con chancletas, así que llega un punto que nos las tenemos que quitar, por un lado porque se te quedan pegadas en el barro cuando pisas y por el otro porque hay zonas que lo menos profundo de lodo llega por la espinilla. No hay otro remedio que ir descalzos, así que de perdidos al lodo.

Después de atravesar un par de campings y habiendo pisado vete tú a saber cuantas especies vivas que haya por el suelo, llegamos a una playa.


Increíble, creo que es de las cosas naturales más maravillosas que he visto nunca. Esta playa no es apta para bañistas ya que tiene fuertes corrientes y se han ahogado varias personas, pero es que la estampa es espectacular. Tienes playa por un lado, y por el otro lado ves montañas súper verdes y todo repleto de palmeras, ahora entiendo que los caminos sean tan dificultosos. Al final, es un parque natural y no pueden destrozar el paisaje haciendo senderos.


Vamos resiguiendo la orilla para llegar hasta nuestro objetivo, y de pronto nos encontramos con un lago bastante grande donde se alerta peligro por presencia de caimanes. 

Al final de este lago y tras atravesar unas rocas se encuentra la Playa Arenilla, primera playa apta para bañistas en este sendero, la pasamos y llegamos hasta La Piscina. Es una playa más pequeña y más íntima que queda justo al lado y en la que estamos casi solos (supongo que es lo bueno que tiene viajar en esta época del año, que no hay apenas turistas).


Nos bañamos, nos relajamos y Mireia y mi hermano se entretienen abriendo cocos que hay alrededor de la playa para comérnoslos. 

Aquí atardece muy pronto y muy rápido, así que como vemos que el sol ya está cayendo, decidimos regresar. De camino de vuelta pasando por el lago está todo súper tranquilo y de repente vemos a un gran caimán en medio  de éste, saliendo a la superficie, abriendo la bocaza esa que tiene y comiendo lo que sea que encuentre por el lago.


No nos entretenemos más porque la luz está empezando a disimnuir rápido y no queremos que se nos anochezca. Bien, pues 10 minutos más tarde ya estamos dando las gracias a la manzana por haber querido incorporar linterna en sus apreciados iPhone.
Anochece de golpe y nos encontramos en medio de una selva desconocida, descalzos y con lodo por la rodilla. Pero eso no es todo, en cuanto empieza a oscurecer, todos los animalitos que hay en la selva empiezan a emitir sonidos que jamás habíamos oído y que tienes la sensación de que estás rodeado pero no puedes ver nada.
Nos lo tomamos con filosofía y pasito a pasito vamos metiendo las piernas por el lodo a pies descalzos, hasta que vemos una luz familiar que nos recuerda que ya hemos llegado al camping.


Lo primero que hacemos al llegar es ir a la ducha para quitarnos todo el barro y sentirnos algo más limpios. La electricidad en el camping sólo está disponible de 11 am a 10 pm, así que los horarios acá van adelantados, aunque de todos modos estás en medio de la selva y está todo a oscuras, no hay muchos más planes para hacer.
Ordenamos la cena y mientras esperamos conocemos algún otro catalán que también se aloja en el camping, así como alemanes, franceses y argentinos.
Estamos realmente exhaustos así que después de pensarlo bien, hablamos con Jáder para que nos diga si quedan tiendas disponibles en lugar de dormir en una hamaca (eh, ¡que las tiendas tienen hasta colchón incorporado!) así que por 5.000 mil pesos más cada uno, conseguimos una tienda doble y otra individual (mucho mejor que la hamaca, me hubiera levantado como si una apisonadora me hubiera pasado por encima y sumando la excursión de hoy... mejor así).

Nos vamos “a la cama” y me pongo a ver un rato The Good Wife, a ver, estoy en medio de la selva, totalmente a oscuras, oyendo animales que no sé ni que existen y encima ha empezado a llover (las tiendas están cubiertas), así que la mejor opción que veo para dormirme es poniendome a ver una serie. 
Y al final así es, tras medio capítulo caigo rendida bajo el sonido de la lluvia.

#petxistrip

Comentarios

  1. Madre mia que miedo estoy pasando al leer este capitulo, caimanes, vichos, lodo........ por Dios me recuerda a Nicaragua sobre todo lo del lodo cuando fuimos a las comunidades aquellas. Pero fue muy interesante, supongo que es similar lo que ahora estais viviendo. Suerte que al final habeis vuelto al camping con ayuda de la tecnologia de la manzana sanos y salvos, o al menos eso decis. Bien chicos para Thais ya se acaba, en unas horas nos vemos, Carlos tu cuidate esa rodilla y aprovecha lo que te queda aun del viaje. Un beso para los tres.

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