Un café a medida

16 Noviembre. 7.30 am. Medellín.
Un café a medida.

Nos levantamos con prisa, tenemos que coger el bus que nos lleve a Jardín y todavía no tenemos ni los billetes.
Desayunamos sin prisa pero sin pausa y voy pidiendo el Uber para que nos recoja y nos lleve a la Terminal Sur.
De camino a la estación, sigo maravillada de ver que realmente es auténtica jungla lo que puedes ver por esta zona.

Compramos los boletos y nos subimos a la buseta de las 9 amEl camino nos toma casi 3 horas y los paisajes siguen en su línea, todo verde y selvático. Intento hacer alguna fotografía del paisaje pero es que, es casi imposible con los trotes que da. Cruzamos el río Cauca, segundo río más grande de Colombia y vamos observando los diferentes pueblecitos que hay a largo de todo el recorrido. El fondo es todo verde, todo absolutamente verde intenso y, conforme nos vamos acercando a la zona, todavía más.

Llegamos a Jardín. El pueblo lo definiría como el típico de cuento, muy pequeño, muy colorido, toda la gente en la calle, plaza con iglesia y pequeños hoteles y hostales como los que hemos ido viendo hasta ahora, con jardines y fuentes en medio.
Preguntamos y nos sugieren alojarnos en el Hotel La Casona. Precioso, decorado con tonos rojos, patio andaluz y lleno de plantas y vegetación. Por 35.000 COP cada uno (10€ aprox), conseguimos una habitación para cada uno y desayuno incluido. El personal (como toda la gente que hemo venido conociendo) es extremadante ambale, servicial y simpático, así que nos sentimos muy a gusto.

Damos una vuelta por la plaza central y hablando con gente nos informan de fincas cercanas familiares de la zona cafetera para poder hacer la ruta del café. Flor, que trabaja en nuestro hotel, nos consigue contacto con la finca de Ángela y Andrés y su marido Camilo nos acerca allí en  mototaxi (tuck-tuck).

Las vistas hasta allí son prácticamente indescriptibles, así que mejor dejo una fotografía para hacerse a la idea. A grandes rasgos es como un inmenso mar de plantas de café, plataneros y bananeros, con la cordillera de los Andes al fondo y con un tono verde que sólo viéndolo sabes que estás en medio de un pulmón natural. La finca está en medio de este paraje.





Nada más llegar, Ángela nos prepara una degustación de dos cafés, mismo grado de tostado pero uno más suave y otro más intenso.
Se sienta con nosotros y empieza a explicarnos toda la historia del café. A mi hermano le encanta el café y toda la producción de éste, así que no para de hacerle preguntas sobre su producción con gran interés.
A diferencia del café industrial al que estamos acostumbrados, este café se recolecta a mano, grano a grano. El terreno es inclinado y no se pueden utilizar máquinas ni automatizar el proceso, así que es totalmente manual.

El tipo de café que se cultiva aquí es Arábica, a diferencia que el de Brasil, donde promdomina la variedad  Robusta y su cultivo es en terrenos totalmente planos a menos altitud. El café más óptimo es el que se encuentra entre 1400-1800 metros; a menos altitud crece mayor cantidad de semillas de café pero de peor calidad, y a más altitud el café es de mejor calidad pero la producción es menor y por lo tanto deja de ser rentable para el productor.

Dario trabaja en la finca de Ángela y Andrés y nos lleva a conocer cada detalle de ésta. 
Desde que aparece la flor del café en la planta hasta que el fruto ha madurado y está listo para recolectar, aproximadamente pasa el tiempo de un embarazo (sí, ¡9 meses!) y entonces es cuando el recolector ve que el grano ha dejado de ser verde para ser, o bien de color rojo o bien de color amarillo (son dos tipos pero el grano de café es el mismo).
Dario nos cuenta que por cada 100kg que recoge el recolector, se le pagan 50.000 COP.



Dentro de la piel de color que tiene el fruto se encuentra la pulpa del café (por cierto, dulce y muy rica) y éste se pasa por una máquina despulpadora, donde se le saca la piel y gran parte de la pulpa de las semillas. Una vez separado, queda una cascarilla que envuelve cada uno de los 2 granos de café (el fruto en el interior lleva 2 granos) y la piel sobrante la utilizan como compost para abono.



Una vez despulpado, la semilla se deja fermentar entre 15-20 horas y se le lava con agua para quitarle el resto de pulpa que pueda quedar y el sabor avinagrado producido tras la fermentación. Como que está húmedo, se deja secar de forma natural al sol, durante unas 45-50 horas de exposición (suele ser una semana aprox.).
Cuando están todos las semillas secas, las llevan a trillar y le sacan esa cascarilla que recubre los granitos de café. Ese grano de café que queda ya es el que se comercializa y está listo para exportar. Si se se exportara tostado perdería el aroma. También está la opción de tostarlo, envasarlo de forma que no pierda el aroma y posteriormente exportarlo.



Además de toda la elaboración del café, Dario nos estuvo contando muchas otras cosas sobre plantas, animales, frutas y hasta su experiencia que tuvo hace años conviviendo 50 días en una tribu indígena.



Como curiosidad, nos llama la atención saber que los plataneros/bananeros únicamente producen una vez el racimo de fruta y ese árbol muere, pero a su lado le va naciendo un árbol “hijo”, el cual será el próximo que producirá y morirá y así sucesivamente. 

En la finca son prácticamente autónomos con la alimentación, es decir, la mayoría de alimentos que comen son de su propia producción, natural 100% (sería una pasada poder alimentarse así).



Tras el paseo por la finca regresamos a la casa y nos han preparado unos patacones (plátano prensado y pasado por la sartén en forma de tortita) con guacamole. Evidentemente, los patacones con plátanos de su propia cosecha y guacamole hecho con aguacates de su árbol y cilantro de su huerta.




Doña Ángela nos brinda el capricho de prepararnos un café a medida, nuestro propio café desde la semilla verde hasta la taza. Así que pone a tostar las semillas de café en la olla, lo dejamos unos 11 minutos (grado de tueste bajo), lo molemos y por último le añadimos agua caliente. Listo para servir. Una experiencia única y un sabor de café excepcional. 

Pasamos en la finca cerca de 4 horas y la verdad que nos hemos sentido casi parte de la familia, la hospitalidad que nos han mostrado ha sido ejemplar. Muy agradecidos, mi hermano les compra una bolsa de su grano de café y nos despedimos con un abrazo.
Camilo nos recoge de nuevo con su mototaxi y regresamos al pueblo.





Ya es totalmente oscuro, dado que anochece a las 6pm. A mi hermano y Mireia se les antoja una Bandeja Paisa, pero el restaurante que nos habían recomendado sólo sirve para el almuerzo.
Damos una vuelta por las callejuelas del pueblecito y acabamos comiendo en un restaurante de pizzas y pastas artesanías muy bueno. El lugar es íntimo, pequeño y con luces cálidas por todo el local. Con un álbum de Daft Punk de fondo, terminamos de cenar y regresamos al hotel. 

Mi hermano y yo nos quedamos abajo tomando una tisana y damos una vuelta para ver qué tal el ambiente rumbero del pueblo. Las terrazas de la plaza están llenas de gente tomando algo y el ambiente que se respira es muy familiar. Un pueblo con mucho encanto.

#petxistrip

Comentarios

  1. Guacamole patacones...... cuantas cosas nuevas, que gran experiencia con el cafe interesantisimo. Y las fotos tan bonitas unicas con esos fondos tan y tan naturales. No hay duda de lo interesante que es el viaje, yo parece que lo vivo con vosotros, con estas super explicaciones. FELICIDADES. UN BESO

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