Serán las ganas

12 de Octubre. 6.00 am. Estella.
Serán las ganas.

Abro los ojos y veo que estos siguen durmiendo, así que le doy snooze a la alarma para intentar dormir 10 minutillos más. Poco a poco empiezan a sonar más y más alarmas y nos vamos despertando todos. Lo tenía todo preparado de ayer, así que me arreglo en nada y bajamos a desayunar. 


Hoy es el día que más larga es la etapa (29 km) así que nuestra intención era salir un poco antes, pero se quedó en una simple intención.
Desayunamos en el albergue, nos acercamos a un horno que ya localizamos ayer para coger un café y alguna pasta de estas recién hechas calentitas.
La servidora se deja el reloj cargando en el albergue, así que volvemos a pasar por ahí a recogerlo y, curiosamente, nos encontramos un grupo de 4 personas de la tercera edad cantando y tocando una campana en honor a Estella y la Virgen del Pilar. Cada 20 metros. Cada 20 metros paraban y volvían a hacer el cántico a lo largo de todo el pueblo. Compadezco a los vecinos de Estella que intentaran dormir a las 7.30 am.

Cruzamos el pueblo, leve subida pero muy larga, hasta llegar a las Bodegas de Irache. El edifico y las vistas son muy bonitas y particulares y, de forma curiosa, hay una fuente con dos grifos; una de vino y otra de agua. Cogemos la concha de peregrino que nos compramos en Puente la Reina, y que llevamos colgada en la mochila, y bebemos de la fuente a lo peregrino auténtico.


Nos habían comentado que, a pesar de que hoy el tramo es el más largo, el camino era bastante llano. Cierto es que las cuestas no son empinadas, pero de momento son todas bastante largas.
Cruzamos el pueblo de Ayegui y justo al final hay un cruce que da dos alternativas para el camino, escogemos el de la derecha que, según lo que hemos leído, es el tradicional.

En el km 7,4 pasamos por el pueblo de Ázqueta. Según dicen, vive un hombre apodado Pablito el de las Varas, mítico en el camino por construir y ofrecer varas de  avellano a los peregrinos.

Se nota que hoy es festivo, es el día que más peregrinos nos estamos encontrando durante el camino. Además, el tiempo de hoy es radiante. Ahora todavía es más o menos pronto, pero como siga haciendo este sol a media mañana podría llegar a ser agobiante.

Llegamos al km 9,2 situado en Villamayor de Monjardín y paramos a desayunar, ya que el próximo pueblo para hacerlo está en el km 21 y sería demasiado lejos para volver a parar.
Al ser el día de la Hispanidad la mayoría de sitios están cerrados, pero justo a las 10 am abre un bar situado a lo alto del pueblo, con música de ambiente al más puro pop-rock de los 90. Solazo ideal para desayunar en la terraza con el panorama  que tenemos montado.
El camarero nos dice que lo que nos queda hasta llegar es bajada y bastante llano, que ya hemos pasado lo más duro (habrá que verlo), así que a cualquiera anima escuchar algo así.


Terminamos de nutrirnos y al final del pueblo empieza una larga bajada, aunque bastante llana. Será el tiempo, serán las ganas, será la felicidad que estoy experimentando en ese momento, pero de repente me veo con muchas fuerzas. Cojo los auriculares, me pongo mi lista preferida actual de Spotify (Hits Acústicos) y empiezo a adelantarme yo sola. 

Quedan unos 12 km para volver a parar/descansar, así que o nos lo tomamos con filosofía o estos kms se pueden llegar a hacer muy duros.
Ando varios kms sola, pero me va bien. Me siento bien y me gusta ahora mismo esta sensación. Los paisajes por los que pasamos son largos y monótonos campos de viñedos y cultivos. La estampa es preciosa, pero cuando llevas tantísimos kms viendo todo el rato prácticamente lo mismo, desafortunadamente dejas de apreciarlo.
El sol aprieta, hace calor, me concentro en la música y en las ya conocidas caras de peregrinos que me voy encontrando.

De repente oigo una pisada que me resulta familiar, me giro y veo a Genís detrás de mi. La verdad que lo agradezco, llevo rato caminando sola y ver una cara conocida siempre ayuda.
Llevo un ritmo bastante bueno, no me quejo, pero Genís se ve que tira más, así que dejo que poco a poco se vaya adelantando. Al final, cada uno tiene que encontrar el ritmo que se sienta más cómodo cuando estamos hablando de estas distancias.

La próxima parada es en Los Arcos, situado en el km 21 de esta etapa y a pesar de que está siendo menos duro que ayer, la monotonía del camino hace que no pare de mirar el reloj para comprobar cuantos kms faltan.


Hacia el Km 14/15 aparece un bar-remolque con bebida y comida, pero estoy bien y prefiero no frenar el ritmo. Estoy  prácticamente en el km 17 y de repente vuelve a aparecer otra cara amiga. Es Jesús, quedan pocos kms para llegar a la próxima parada y los finales siempre son los más duros, así que genial otra vez poder seguir el paso con alguien hasta destino.

El sol sigue constante, y pocos metros después de pasar el cartel donde indica que quedan 2,8 km para llegar a Los Arcos nos encontramos a Genís. Para lo que queda, decidimos no parar y seguir los 3 juntos hasta el pueblo.

Última bajada (o eso parece), vemos un pueblo a lo lejos y tu cuerpo ya está mentalizado de que está llegando sin tu darle la orden. De repente te quedan 1,5 km y tus piernas deciden mandarte la señal de que están muy fatigadas y no pueden más. No pasa nada, me ha pasado cada vez que sé que estoy a punto de llegar a destino, así que una hasta se acaba acostumbrando a ese tipo de dolor.

Entramos en el pueblo y veo una fuente donde sale agua fresquita. Paramos a beber y me hago la autoreflexión de que no he bebido agua en los 21 kms. Mal, eso está mal, pero no me he notado sedienta durante el camino y no he tenido la necesidad.

Llegamos a la plaza principal de Los Arcos y nos sentamos en un restaurante. 
Todavía quedan 8 kms hasta el destino final, pero habíamos consensuado parar a comer aquí para que no se nos haga muy tarde para ello.
Se nota que hoy es festivo y que todos los sitios están muy concurridos. Vemos que hay dos mesas libres y las juntamos antes de que alguien nos las quite. Hemos hecho bien, porque al cabo de pocos minutos se ha llenado todo.

Son la 1 pm, mientras esperamos a los 3 que faltan pedimos algo para beber y picar, ahora sí que me siento sedienta y hambrienta (en la parada del desayuno decidí no comer porque no tenía hambre, y comer por comer tampoco hace falta).
Llevaba tiempo sin experimentar lo que se puede llegar a agradecer poder estar sentada en una silla, verás cuando me enfríe, me levante y empiece a andar cual pingüino hasta volver a calentar.

Nos estamos un rato entre que esperamos el resto, pedimos y nos sirven (hay que decir que no es el mejor servicio que nos hemos podido encontrar, aún reconociendo que el sitio estaba muy lleno).
Cuando ya estamos todos, decidimos llamar al albergue de Fuende Del Río, ya que es el único pueblo que no hay albergues públicos, sólo hay privados, y por ello podemos reservar (en los públicos no se puede).

Terminamos de comer, sellamos nuestros credenciales (menuda colección llevamos) y ponemos rumbo a la parte final de esta etapa. Son 8 km, con todo lo que llevamos en la espalda eso no es casi nada, pero la fatiga que llevamos encima se nota.

Nos despedimos de los catalanes de Vilafranca que tenemos en la mesa del lado, y cruzando la plaza nos hacemos una foto grupal encima del Río Ordón que pasa por ahí.


Quedan los últimos 8 kms de esta tercera etapa y creo que todos ahora vamos con otro tipo de energía.
Los primeros 3 kms son todos por una pista agrícola pararlela a la nacional hasta que de golpe en un punto nos hacen girar a mano derecha, a través del campo por una senda llena de olivos (bien cargados, tendrán buena cosecha este invierno).


Con Gemma, Jesús y Genís recorremos 3 km a lo largo del sendero, ahora mismo estamos solo nosotros, no hay más peregrinos. Voy girando la vista atrás por si veo a Sonia e Isma pero el tipo de recorrido del camino no deja ver.

Llegamos a la carretera, nos quedan los últimos 2 kms y poco por asfalto. Si las piernas y los pies los llevábamos cansados, al pisar el asfalto el dolor se acentúa mucho más, pero estamos con positivismo y ganas de llegar, así que no nos vamos a poner dramáticos ahora.

Cuando llevamos 1,5 kms llegamos a Sansol, último pueblo antes de llegar a nuestro destino. El pueblo es pequeño y corto, así que lo cruzamos en nada. El dolor de piernas cada vez es más fuerte y parece que nunca vamos a llegar.

De repente el camino hace desviarse del asfalto y nos hace pasar por en medio del bosque a través de un camino de piedras asfaltadas hasta que, pasando por debajo de un puente, llegamos al pueblo. Torres Del Río. El reloj me vibra, lo miro, y me está marcando el km 29.

Cara de felicidad y satisfacción interior, ya llevamos 75 kms recorridos y con unos cuantos kgs en la espalda de la mochila, es normal que estemos así cuando ninguno de los 6 está acostumbrado a esto.


Isma y Sonia todavía están en camino, así que decidimos ir hacia el albergue e ir cogiendo habitación. El pueblo es muy bonito, pequeño y familiar pero las calles son exageradamente empinadas, así que llegar hasta el albergue no es cosa nada fácil, y más cuando tu cuerpo sabe que ya ha llegado al destino.

Se nota que el albergue es privado, otro rollo en comparación el resto. Costará el doble (12€, que sigue siendo poco), pero tenemos piscina con agua fría (parece que traída directamente de Alaska) para descargar las piernas y habitación privada.


Nos duchamos y así ganamos tiempo mientras llega el resto. El agua no acaba de estar caliente para mi gusto, pero a esta alturas no nos vamos a poner finos.

Cuando ya estamos todos, nos acercamos a un “súper” para comprar fruta donde Yolanda nos entretiene un buen rato contando su historia y la de la gente que alojaba en su casa. Al principio bien, pero al final ya me estaba empezando a asustar de los delirios que nos estaba contando.

Bajamos a la plaza del pueblo para tomar algo antes de cenar. Habrá venido algún tipo de colegio porque la plaza está llena de jóvenes con guitarras cantando. Está bien porque crean ambiente.

Vamos al restaurante del hotel a cenar, se nota que hoy estamos agotados, pero con todo lo que llevamos encima no es para menos.
Terminamos de cenar y nos vamos a descansar. Mañana última etapa y la más corta, así que con muchas fuerzas.

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