¡Buen Camino!
10 Octubre. 7.30 am. Pamplona.
¡Buen Camino!
Sí, nos hemos dormido 1 hora y media de más, pero pienso que mejor, porque si hubiéramos dormido las 4 horas que pretendíamos, igual no íbamos a rendir. A mí ya me va bien, llevo días durmiendo poco y al final se nota. Total, que más da llegar un par de horas más tarde.
Somos bastante ágiles, a las 8.10 am ya estamos saliendo del apartamento, que para ser 6 no está nada mal. Todavía es bastante oscuro y el asfalto está mojado, rezamos porque no nos llueva durante el camino. Cogemos un café y empezamos a seguir las conchas del suelo que nos van a guiar durante todo el camino.
El destino de hoy es llegar al “Puente la Reina”, una ruta de 24 km.
Paramos en la Universidad de Navarra de Pamplona para que nos sellen el inicio en el Credencial del Peregrino y nos unimos al paso del resto de peregrinos que están pasando por ahí.
El tiempo bastante correcto, hace un poco de rasca pero a la que andas un poco ya se está bien, no llueve, no hace sol y no hay un viento excesivo.
Después de que Jesús cuente todo su (corto) repertorio de chistes, nos adelantamos con él y Genís y encabezamos al grupo.
Tras 11 km llegamos a Zarikiegi, un pueblo (o más bien aldea) donde parece ser un sitio común de reunión de peregrinos de todas partes para desayunar.
Ahora nos queda la parte más dura de esta etapa, la subida al Alto del Perdón situado a 750 metros de altura. Cuando salimos ha empezado a lloviznar, pero me da demasiada pereza sacar todo el paripé de los chubasqueros, no llueve suficiente.
La subida empieza nada más terminar el pueblo y poco a poco nos vamos disipando entre nosotros, cada uno a su ritmo, el ánimo de las conversaciones ha ido menguando sin querer y el pulsómetro me indica que llevo un ritmo alto.
Adelantamos al grupo de orientales que habíamos coincidido desayunando y llegamos a la cima. Llena de “ofrendas” de los peregrinos que han ido pasando por allí y, de forma curiosa, hay un sitio de venta ambulante de comida y bebida, sin dueño, donde dejas la voluntad.
En la cima también hay una obra que muestra una caravana de peregrinos de distintas épocas, representando la evolución del camino a lo largo de su historia, bajo los grandes molinos de viento que hay, propios de paisajes.
Como es de esperar, está lleno de peregrinos y a ritmo de ¡Buen Camino! la paz y buen rollo que reina este lugar es mágico.
Estamos en el km 13.4, por lo que todavía queda camino por hacer, hacemos 4 fotos de recuerdo y empezamos la bajada. La lluvia no mengua, no es intensa pero sí constante, el camino está lleno de piedras resbaladizas por el agua y aquí arriba con el viento la sensación térmica es bastante baja.
Hay que tener los sentidos puestos, así que cojo los auriculares, me pongo música y me concentro en la bajada. Por mi propia experiencia sé que las bajadas prolongadas pueden pasar factura después, así que mejor hacerlas con cabeza.
La lluvia no molesta demasiado, pero al llegar a lo bajo del valle para y empieza a salir el sol y aumentar la temperatura.
Pasamos por el pueblo de Uterga y llegamos a Muruzábal. Estamos en el km 19.5 por lo que ya nos queda muy poco para llegar.
Decidimos hacer una parada rápida y tomarnos un Powerade (droga estrella de Gemma) para coger energía en esta última hora que nos queda.
Isma y Sonia han ido tirando para que los alcancemos más para adelante y por la cuesta que llega al pueblo de Obanos nos encontramos a dos peregrinos madrileños que hacen que la última subida de esta etapa se pase más entretenida. Obanos es el último pueblo antes de llegar a nuestro destino en el km 21,3.
Al empezar la bajada de los últimos 2km ya vemos a lo lejos el pueblo donde parece que nunca vayamos a llegar.
Duelen los pies y las piernas están muy cansadas, la bajada del Alto del Perdón se ha notado, así que habrá que estirar bien para recuperarse lo mejor posible.
Llegamos al Albergue de los Padres Reparadores, mi primera experiencia en un albergue, 5€ la noche y tienes derecho a cama baño, ducha y cocina. Pues ni tan mal. El albergue está bien, la gente que hay se ve hostil y los voluntarios de recepción nos atienden muy bien.
Dejamos las cosas, nos quitamos los zapatos, nos ponemos chanclas y vamos en busca de comida.
Son las 4 pm y, como es de esperar, la mayoría de restaurantes ya tienen la cocina cerrada y sólo nos pueden ofrecer pinchitos que ya tienen preparados.
Queremos comer bien, así que no paramos hasta encontrar el Hotel Bidean, el cual tienen la cocina abierta todo el día y nos han recibido muy bien.
Pedimos un Rioja de crianza que se llama “Sarria” y está bastante bien, una tabla de queso para compartir entre todos y me parto un plato con Gemma de un chuletón de Buey de 500 gramos hecho a la piedra. Pues entre el cansancio, el vino y el hambre que teníamos, es de los mejores chuletones que me he comido nunca.
El sitio nos ha gustado tanto que nos pasamos como 3 horas y media comiendo, bebiendo, hablando y riendo mucho.
Al ser de los únicos restaurantes que está abierto, éste se llena de peregrinos, otra vez, de todas partes del mundo.
Hacia las 7 pm, salimos del restaurante y vamos a visitar el famoso Puente del pueblo y antes de que nos cierren todos los súpers, compramos algo de fruta y yogures para cenar/desayunar.
Ya es oscuro otra vez y regresamos hacia el albergue para descansar.
Arreglamos las cosas, nos duchamos, me unto las piernas en FisioCream como me recomendó Sandra (Gracias por este y muchos otros consejos), cenamos algo y a las 10 pm ya estamos todos KO dentro del saco en la litera.
Mañana sí que toca levantarse a las 6 am y hoy sí que tenemos suficientes horas para descansar y poder coger la segunda etapa con mucha energía.
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