Día movidito

26 de Agosto 2020. 8.00 am. Porto.
 Día movidito.

Nos levantamos medianamente pronto, hoy será un día movidito y medio de transición.
A las 9 de la mañana hacemos el check-out del hotel, nos subimos al coche y vamos dirección Aveiro, también conocido como la Venecia Portuguesa.



Apenas una hora después, llegamos a Aveiro y aparcamos el coche en un parking, es pequeñito así que no creo que nos lleve mucho tiempo.
Nos sentamos en un bar a desayunar unas tostas mixtas y café, el pueblecito es pequeño y está muy bien cuidado. Todo el centro es peatonal y muy acogedor.
Mientras desayunamos reservamos el hotel donde iremos a dormir hoy mismo, en Óbidos.

Al terminar de desayunar damos una vuelta por los canales del pueblo viendo como los Moliceiros (góndolas) pasean a los turistas, nos acercamos al Mercado do Peixe donde venden pescado fresco y seguimos paseando a las orillas de los canales hasta encontrar el Ponte Laços de Amizade, un puente lleno de lazos de colores donde la gente pone uno en señal de su amor y amistad.





Cerca de Aveiro está Costa Nova, una playa virgen con sus dunas y paseos de arena caracterizado por casitas de rayas de colores pintadas que le dan un aire muy pintoresco. Paseamos y nos sentamos a tomar algo en un bar de la playa, no nos apetece tumbarnos al sol porque hoy queremos visitar más cosas.





Después de relajarnos un rato subimos al coche y nos dirigimos hacia Fátima, un pueblo del centro de Portugal el cual tiene el Santuario de Fátima y es mundialmente conocido por la peregrinación católica. La historia cuenta que hubo apariciones de la Virgen María a tres pastorcillos a los cuales se les revelaron 3 secretos. En el lugar de la aparición es donde se ha construido el complejo de Fátima.

Tras unas dos horas, llegamos a Fátima. Como el resto de los días, está muy soleado y la gran esplanada donde está el santuario no dispone de zonas sombrías.

Lo primero que encontramos es un auditorio gigante donde debe haber cabida como para miles de personas y un altar en el medio, entiendo que deben realizar grandes misas y celebraciones con mucha audiencia.
Al salir del auditorio, bajando unas escaleras encontramos una parte nueva con varias capillas que han construido en conmemoración a algo.

Seguimos andando y vemos al fondo el gran santuario. La verdad que es mucho más grande de lo que imaginaba. 
Antes de llegar al santuario hay una gran esplanada y al final de la misma, justo a los pies del santuario, una capilla donde se ve la gente andar de rodillas. Algunos fieles también cruzan la explanada de rodillas hasta llegar a la capilla. La verdad es que impresiona la fe que demuestran. También hay largas colas de gente para encender cirios muy largos justo al lado. Nos quedamos un rato observando el culto que está ofreciendo la gente y seguimos nuestra ruta.



La siguiente parada, muy cerquita de Fátima, a apenas 20 minutos, es el monasterio de Batalha, ubicado en el pueblo de Batalha.

El pueblo tiene un casco antiguo pequeño pero tampoco tiene demasiado que ofrecer, es conocido principalmente por albergar el monasterio. Uau, es enorme. La verdad es que impresiona la magnitud del edificio. Es el típico monumento al que le quieres hacer una foto pero es tan y tan grande que te pongas donde te pongas es imposible que salga todo.
Se mandó construir en 1386 y estuvieron construyéndolo durante 2 siglos (hubo 7 reyes de Portugal por en medio!), por lo que se entiende que la fachada esté un poco deteriorada y con la piedra oscura en algunos puntos, no debe ser fácil mantener algo así. Sigo sin entender que en esas épocas fueran capaces de construir obras de este tipo con los medios que tenían.



De arquitectura gótica y declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, el monasterio fue mandado construir en agradecimiento y conmemoración por la victoria de los portugueses contra los castellanos en la batalla de Aljubarrota. 
Entramos a visitar el hall y no defrauda, como la mayoría de estas obras. Techos altos, decoración detallista y cristaleras de colores.

No nos entretenemos demasiado y antes de llegar a nuestro destino final del día, como vemos que vamos bien de tiempo decidimos pasar por Nazaré, que está a unos 30km.

Nazaré es un pueblo costero de Portugal el cual figura en el libro guiness de los récords por formarse las olas más gigantes del mundo jamás surfeadas (¡hasta 30 metros de altura!). Es uno de los mejores puntos de Europa para practicar surf. 
Nos acercamos hasta el Miradouro do Suberco donde se observa una preciosa panorámica del pueblo de Nazaré, la playa, el mar y los acantilados. Está situado a 110m sobre el nivel del mar y corre un aire que menos mal que hemos cogido chaqueta.






Seguimos andando y llegamos hasta el faro. El paisaje es muy bonito por los acantilados agrestes  que lo rodean.
Nos sentamos relajados a observar las vistas, nos echamos algunas fotos y volvemos hacia el coche para, ahora sí, realizar nuestra última parada del día, Óbidos, un pequeño pueblo medieval emmurallado fantásticamente bien conservado.

Llegamos en unos 45 minutos y está empezando a anochecer. El pueblo emmurallado es prácticamente petonal, al que se accede cruzando las puertas de la muralla pero como tenemos reserva en un hotel, podemos entrar con el coche y aparcar ahí.
Desde el hotel nos dieron unas indicaciones que la verdad sea dicha, nos costó seguir. Cruzamos con el coche la muralla y empezamos a conducir por las estrechas calles de Óbidos. La verdad es que no lo veo nada claro y el paseito se está haciendo sufrir. ¡Parece que a cada metro que avanzamos vamos a rozar el coche por los 2 lados! Al final cruzamos todo el pueblo sin encontrar el hotel. Así que volvemos otra vez al punto de partida, la puerta de entrada a la muralla. Acalorados por el sufrimiento, releemos de nuevo las instrucciones de llegada al hotel. Bernat decide ir andando a comprobarlo antes de meternos de nuevo con el coche y voilá! Finalmente encontramos el hotel Casa Das Senhoras Rainhas. Esta vez sí que logramos acercarnos con el coche, descargar el equipaje y aparcar delante de una iglesia cercana.

Es de noche y el hambre aprieta, así que decidimos dar una vuelta por el pueblo en busca de un sitio donde cenar. Tras dar un par de vueltas, encontramos el restaurante “The History Man”. Nos gustó el patio interior ajardinado al aire libre que tenia y la carta nos pareció correcta. El lugar prometía para una cena romántica pero el tiempo nos jugó una pequeña mala pasada. Se levantó un poquito de viento frío y empezó a chispear un poco. Nada que no se pudiera soportar pero no resultó el clima más apropiado para una cena al aire libre. Aguantamos estoicamente y además el trato y la comida fueron buenos. Con el cuerpo un poco frío, nos dirigimos al hotel de nuevo, ahora sí a descansar un poquito y a reponer fuerzas.

#tetodo

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