Océano de hojas

1 de Noviembre. 7.30 am. Roncesvalles
Océano de hojas.

Nueva tramo del camino, compuesto por dos etapas, desde Roncesvalles a Pamplona. 
Roncesvalles es famoso por ser el primer pueblo de España donde empieza el Camino de Santiago Francés y, como píldora cultural, me gustaría añadir que es un pueblo de tan solo 21 habitantes el cuál su actividad principal es el refugio de los peregrinos. Y sí, tiene alcaldía.

Va a ser un camino distinto, familiar y amigable a la vez. Me lo tomaré como un retiro de purificación que me extrae del ajetreo del día a día.

El viaje de ayer me dejó un poco mareada, entre que me pasé gran parte del tiempo trabajando y que no me gusta el no-conducir cuando estoy en un coche, parece que me revolucionó un poco las hormonas.
El tramo final llegando a Roncesvalles era digno de 31 de octubre, muchas curvas, todo oscuro y niebla muy espesa.

Me ha ido bien descansar esta noche, he dormido más de 7 horas, así que supero mi media diaria y eso mi cuerpo lo nota.

Como los pronósticos decían, amanece el día lluvioso, nos cambiamos y bajamos abajo que hemos quedado a las 8 y media con Gemma,  Jesús, Genís y Núria.
Veo ilusión en las caras, cosa que me gusta, mis padres están nerviosos y lo sé, pero estoy segura de que les acabará yendo bien, solo hace falta actitud.

Foto grupal en Roncesvalles y nos ponemos a andar.



Empezamos el sendero en el robledal de Brujas, típico paisaje de otoño lleno de árboles con el océano de hojas rodeándonos.
La parada que tenemos en mente es en Espinal para desayunar, y está a unos 7 kms.

Me encanta la época otoñal, creo que es mi preferida, en especial la naturaleza donde puedes disfrutar de paisajes dignos de ser sacados de un plató cinematográfico donde se ruedan las películas del domingo tarde.


Hemingway nos diría que “es bueno tener un final de recorrido donde ir, pero es el viaje lo que importa, al final”, escritor que se inspiró en el pueblo donde estamos justo ahora, Burguete (Auritz), para escribir su novela “Fiesta”. Y así es, más que el destino final lo bonito es disfrutar de todo los detalles del camino. 

El pueblo, situado en el Km 3,8 de nuestro recorrido de hoy, es precioso, en la calle acompañan unos pequeños canales a cada lado y las casas podrían recordarte a un típico pueblo inglés. 
Como todos los pueblos del tramo, éste es muy pequeño, lo atravesamos en nada y volvemos a llegar a más praderas, ríos y bosques.




3 kms más adelante llegamos a nuestra primera parada, Espinal (Aurizberri). El pueblo sigue la misma tónica que el resto, pequeño, edificios vistosos y ni un alma en la calle a excepción de algún peregrino.

La iglesia de San Bartolomé es lo más destacado del pueblo. Foto y nos vamos a desayunar.
Proteína en forma de tortilla y leche de almendras para reponer, sello en la compostelana y seguimos el camino.



El tiempo nos sigue respetando y no llueve, se agradece mucho. La temperatura es ideal, ni frío ni calor (menos cuando hay alguna subidita con más pendiente de lo habitual).

Al poco tiempo entramos en un enorme hayedo que no voy a describir porque prefiero poner una foto y que cada uno se pueda hacer a la idea. Este valle del Erro me tiene fascinada con cada nueva estampa que nos regala.











Pasamos por los pueblos de Bizkarreta (km 11,4) y Lintzoain (km 13,3), pero a mi me sigue dejando anonadada esta cantidad de paisajes infinitamente preciosos sin cesar. Otoño en estado puro y en su máximo esplendor.









Hacia el km 17 me adelanto y voy un trozo andando sola, donde el único sonido que escucho es el de los pájaros y el de mis pies pisando las hojas caducas encima de la grava del suelo. Placer, momento zen.

Llego hasta un supuesto bar ambulante que hay, pero que está cerrado y me siento a esperarles, será la última mini-parada que hagamos antes de llegar a Zubiri.

Queda muy poco por llegar, por el camino nos encontramos varios peregrinos y algún que otro bovino que hace que el camino se te haga más entretenido.



Mi padre no ha querido parar y ha ido tirando, al cabo de poco me adelanto y lo encuentro, pero sigo tirando hasta llegar a Zubiri. 
Son las 3 de la tarde y la verdad que las piernas ya están empezando a notar el cansancio.

Atravieso el puente y para ir adelantando voy a buscar las llaves del apartamento y así instalo para cuando lleguen.
El apartamento es moderno, tiene de todo y hay habitaciones de sobra.
La verdad es que la filosofía de este camino no es la misma que el tramo que hicimos el año pasado, a modo peregrino original low cost y yendo a albergues públicos (no nos engañemos, me quedo con esta versión).







La chica que me da las llaves, me cuenta todo y me recomienda donde ir a comer (sólo hay 2 sitios y uno está justo debajo de casa), así que como no podía ser de otra manera, cuando llegan todos vamos al de debajo de casa y comemos, ahora sí, mucho más relajados con las expresiones de satisfacción sabiendo que por hoy ya hemos cumplido.



Cuando terminamos, volvemos al apartamento a descansar un rato y ducharnos. Tampoco hay demasiado que hacer en el pueblo y algo de descanso nos vendrá bien a todos.

Hacia las 8 pasadas de la tarde, vamos a dar una vuelta y terminamos (como era de esperar) en el otro restaurante del pueblo que está a unos 600m.



Cenamos algo ligero, tomamos unas copas de nuestro querido Ramón Bilbao y volvemos a casa a dormir acompañados de una fuente de fuegos artificiales y ambiente festivo (creo que justo son las fiestas del pueblo).

Mañana segundo y último día de camino, ruta mucho más plana que la de hoy. El valle del Erro ha sido muy bonito, pero ha habido tramos que tus pulsaciones te invitaban a quitarte capas de ropa, han sido unos 21 km entretenidos.

Eso sí, algo que tengo claro es que me quedo con los deberes de volver a venir y explorar estos paisajes Navarros de otro modo, con turismo enológico y gastronómico.

Así que termino de escribir estas líneas y con Copenhague sonando por mis AirPods, me voy a dormir que mañana toca madrugar algo más que hoy.

#petxistrip

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