A la orilla del Duero
24 de Agosto 2020. 9.00 am. Peñafiel.
A la orilla del Duero.
Bajamos a desayunar. Con todo el tema del coronavirus el bufet es a la carta, es decir, comes lo que quieras pero lo tienes que ir pidiendo al camarero. La verdad que están un poco despistados, pero terminamos pegándonos un buen homenaje.
A las 10.00h tenemos reservada la visita a las bodegas Emilio Moro, así que recogemos las maletas, hacemos el check-out y nos dirigimos a las bodegas que están a apenas 10 minutos, en el pueblo de Pesquera del Duero.
Las bodegas la conocemos porque estuvimos el año pasado pero sin realizar visita, solo curioseamos por la tienda. Llegamos y una chica muy maja nos hace la visita exclusivamente para nosotros. Hace un día fantástico y soleado, lo que hace que los viñedos cargados de racimos de uva se luzcan con la vendimia tan cerca. Es curioso saber que todos los vinos Emilio Moro pasan por un tiempo de maduración en barrica, incluso hasta mi apreciado vino joven Finca Resalso. Para sus variedades más premium, tienen unas parcelas de viñedos exclusivos casi centenarios, conservados por la familia Moro desde antes de la Guerra Civil.
Nos explican toda la historia y producción del vino, desde el tipo de suelo, la uva, cuidado del viñedo y proceso de recolección hasta llegar a la sala de barricas. Como dato curioso, apuntar que cada barrica solo tiene una duración máxima de 3 años, las cuales siempre son estrenadas por aquellas variedades más premium, para conseguir captar mejor todas las esencias y matices del roble francés o americano. Pasados los 3 años, son vendidas a terceros para producir otro tipo de licores y bebidas alcohólicas, como el whisky o el vino de jerez. Una vez terminado el tour llegamos a nuestra parte preferida de las visitas, la cata.
Lo preparan todo con mucho cariño, el agua, embutidos de la zona y las dos copas de vino. Probamos el clásico Emilio Moro y un vino de gama más alta, el Malleolus. Compramos una botella y seguimos nuestra ruta hacia Portugal, primera parada, Oporto.
Buscando en la guía vemos que cerca de Oporto podemos hacer una parada interesante en “Casa de Mateus”, en Vila Real. Un palacete del siglo XVIII del legado de la familia Mateus (sí, los del vino Mateus).
Aparcamos el coche, ya estamos en Portugal y con el calor que hace nos alivia pensar que en este país no es obligatoria la mascarilla por la calle, sólo en sitios cerrados, así que menos agobio para nosotros.
Compramos los tickets y visitamos el gran palacete. Está rodeado de grandes jardines muy bien cuidados y por una zona de viñedos, la verdad que merece la pena hacer esta visita. Paseamos por los alrededores, nos hacemos unas fotos y volvemos para, ahora sí, llegar a Oporto.
En menos de una hora llegamos al Sheraton Porto Hotel & Spa, hacia las 5 de la tarde. El hotel está un poco a las afueras, pero ya queríamos eso porque así dejamos el coche bien aparcado en el hotel y nos movemos en taxi (al centro de Oporto no cuesta 3-4€). El hotel es una pasada y la habitación enorme, así que estas primeras dos noches estaremos bien cómodos y a gusto. Descansamos un poco, nos cambiamos y vamos hacia el centro. Calles adoquinadas y cuestas constantes caracterizan la ciudad.
Nos dirigimos al barrio de la Ribeira, a las orillas del Duero. Está todo bastante animado y es habitual música en directo por la calle.
Atravesamos el puente de Luis I, el cual separa Oporto de Vila Nova de Gaia, donde están la mayoría de las Caves (Bodegas) donde realizan el vino de Porto. Paseamos, nos hacemos unas fotos y nos sentamos a tomar algo a la Taverninha do Manel, la cual está bastante concurrida y nos da buen rollo.
Nos tomamos un par de cervezas (no estamos preparados para tomar el Porto todavía) y pedimos unas aceitunas (de esas bien gorditas con aceite y especias) y unas empanadillas de marisco, son bastante típicas aquí y están riquísimas.
Volvemos a cruzar el puente y seguimos callejeando por las calles estrechas y medievales del casco antiguo de la ciudad.
Sobre las 20.30h encontramos un restaurante a la orilla del Duero que nos hace gracia, “Taverna Río” y decidimos cenar ahí. Hace una temperatura ideal.
Nos pedimos un Ribera Do Douro tinto (Quina da Rede, muy recomendable!) y unos petiscos (las tapas portuguesas) entre ellos el famoso “Bacalao á Brás” (riquísimo) y cenamos tranquilamente gozando de las vistas y la música en directo.
#tetodo
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